Este simio no se adapta a la hora de realizar espectáculos para el circo, pero Fablet piensa que puede ser un gran negocio. Finalmente el encargado de la doma del animal es Tristan, quien ve en el pequeño simio algo que proviene de más allá del origen de las cosas. Después de dos años de felicidad junto al mono, otro domador toma el testigo de Tristán y somete al animal a terribles suplicios. Finalmente todo se precipita, de modo oscuro, como presagia el título de la novela.
Cuando acabé de leer el libro me quedé un rato pensativo, porque ahí se intuye, como en todas las grandes obras literarias, que el autor ha querido decir algo que va más allá de las simples palabras. Pero los seres humanos sólo podemos conjeturar, a partir del trasvase de cierta información, y del modo de producirse ese trasvase de información. Y yo lo que observo en la obra es un desglose de la vertiente cruel del ser humano, y, quizás también, del sufrir desde el inicio, desde la génesis de la vida y del mundo tal y como lo concebimos. Quizás Luna nos viene a decir que, aparte de los momentos de dicha y placer que todos sentimos en mayor o menor medida a lo largo de nuestras vidas, lo que impera es el sufrimiento y la crueldad que nos dispensamos entre sí, de un modo casi constante, los seres vivos.
Por un lado, El diario del explorador forma un conjunto orgánico que se basta a sí mismo. Recuerda vagamente este texto a El corazón de las tinieblas, deJoseph Conrad, pero esto sólo es en lo que atañe al mencionado diario; luego la atmósfera narrativa se aproxima más a una novela de Stevenson. Que una obra tan reciente suponga retrotraer al lector a la narrativa de aventuras del siglo XIX, habla mucho y bien de ella
La prosa es intimista; a veces, sobre todo vital; y a menudo poderosa. El autor proyecta lo que siente y lo que vive, siempre desde un plano de ficción; pero queda una impronta personal que el lector percibe.
Pedro Carbonell Castillero
30/04/2020